Tu risa

Acá estoy yo, escribiéndote otra de mis cartas para que nunca te olvides de mí. Creo que, en el futuro, tendré que hacerte otra más sobre esto, porque tengo mucho que escribirle pero poco tiempo para decirte.

Ojalá tener chance de decirte lo feliz que me pone tu risa. Es contagiosa, la oigo y me provoca ponerme a reír yo también. Me dan ganas de comerte a besos, de llenarte esos labios y de hacer que tengan un verdadero motivo para reírse.

Cuando te ríes, todo lo demás en ti se estremece también. En serio, verte riéndote es un espectáculo. Te pones toda roja, te brillan los ojos y todo lo que me dan ganas es de cargarte y llevarte conmigo hasta el fin del mundo si hace falta. Es una de las cosas más increíbles de mi vida.

¿Más palabras? ¿Para qué? Mañana te escribo algo con más verborrea en su descripción. Pasa que tu risa, por ser tan fácil de arrancarte, también es fácil que se me quede en la retina sin esmerarme en recordarla. Anda a hacer click aquí.